Hasta hace una década eran pocos los que fuera de Portugal habían oído hablar de Comporta. Hoy eso ya no es así. De hecho, se ha querido comparar esta zona de Portugal con tantos lugares del mundo (Saint Tropez en los años 50, los Hamptons, Ibiza o José Ignacio). Sin embargo, este lugar tiene alma propia; además de tener un ecosistema único (el mar, las dunas, los arrozales y los pinares), Comporta es un destino ideal para desconectar.

Comporta se ha erigido como uno de los últimos rincones vírgenes del Atlántico europeo, un pequeño paraíso colgado entre el mar y campos de arroz que ha atraído a celebridades como Madonna. Tras décadas en el anonimato, esta freguesía de la región del Alentejo, a poco más de una hora en coche desde Lisboa, ha sido apodada como Los Hamptons portugueses por su paisaje de dunas y vegetación marina que, gracias a leyes ambientales, ha logrado escapar de la urbanización masiva para convertirse en un oasis recóndito para quienes buscan el tándem de sol y privacidad.

Ha sido precisamente una de las bancas lusas más importantes, Espírito Santo, acreedora de las tierras, quien ha impuesto severas reglas a inmobiliarias, despachos y particulares que quieren edificar en Comporta. De esta forma la zona mantiene perenne su pasado: casas de pescadores y agricultores, canales que mantienen verde una zona de por sí seca y árida, almacenes de arroz y una línea de mar despejada que permite cabalgar junto a las rebeldes aguas sin toparse con nada más que la naturaleza. En palabras del artista Jason Martin, residente en esta zona, estamos ante “el último Salvaje Oeste de Europa”. El lujo y lo ecológico conviven en perfecta sintonía en esta superficie de 12.500 hectáreas, entre el estuario del río Sado y el mar, algo que no han logrado hacer los Hamptons norteamericanos